martes, 28 de diciembre de 2010

Risotto de setas y calabaza

Escribo esta entrada desde Almería, ya que este año mi mujer, mis hijas y yo pasamos la Nochebuena y la Navidad con nuestra familia de aquí. Antes de salir de viaje desde Málaga, y aprovechando que era la víspera de tan señalada fecha, decidimos invitar a comer en casa a mis padres, dado que no los veríamos en unos días. Tirando del hilo finalmente contamos para el almuerzo no sólo con mis padres, sino también con mi tía y tres de mis primos. Así que amplié los horizontes del risotto que pensaba hacer y le añadí, además de las mencionadas setas y calabaza, unos champiñones. Salimos de viaje una hora más tarde de lo previsto, pero ciertamente valió la pena, primero porque salió rica la comida; y segundo, porque echamos un espléndido rato en familia.


Ahí van, aproximadamente, los ingredientes y la preparación para los 8 adultos que nos juntamos a comer.
Ingredientes


  • 800 de arroz 
  • Una bandeja de 200 gr de setas 
  • Una bandeja de 200 gr champiñones 
  • Unos 200 gr de calabaza cortada en dados 
  • Queso curado rallado  
  • Media cebolla 
  • 1 puerro 
  • Vino blanco de mesa 
  • Coñac 
  • 2 litros de caldo vegetal 
  • Perejil  
  • Aceite 
  • Sal

Elaboración

  1. Preparar el caldo vegeral.
  2. Mientras, picar finamente la cebolla y el puerro y ponerlas a pochar con un poco de aceite.
  3. Añadir la calabaza en dados y revolverlos con el resto de vegetales durante unos minutos para que se ablande un poco.
  4. Añadir el arroz y revolverlo todo.
  5. Echar un buen chorro de vino blanco (suficiente para rehogar el contenido de la sartén) y un chorrito de coñac.
  6. Dejar que se evapore el alcohol del vino mientras se remueve y empezar a añadir caldo conforme el arroz lo vaya pidiendo, sin dejar que se pegue al fondo.
  7. Remover y añadir caldo hasta que el arroz quede hecho.
  8. Agregar el queso rallado (al gusto), mezclando bien con el contenido.
  9. Servir con mimo y un poco de perejil.

Uno de los mayores placeres que nos brinda la cocina, aparte del disfrute mismo de la preparación y la degustación, es la recompensa de unos comensales satisfechos con nuestros guisos. Tanto más cuanto más queridos sean. Así que, parafraseando a nuestro monarca, me llena de satisfacción poder decir que a mi familia, con la inestimble ayuda de mi querida tía, le gustó lo que les pusimos en el plato. Qué feliz me fui de viaje después.

1 comentario:

  1. Pues no sé si sería el vino blanco, o el coñac, o el mimo del chef, pero el risotto salió exquisito.

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