lunes, 24 de enero de 2011

Tortilla de patatas al horno

Aunque suene a fundamentalismo rancio y patrio, o a simplificación gastronómica y chovinista, lo cierto es que considero la tortilla de patatas como una de las obra maestras de la cocina. Y lo pienso porque este plato reúne varias de las características que muchas veces se echan de menos en recetas más reputadas pero no tan conseguidas. A saber. Ingredientes naturales, preparación sencilla y sabor insuperable. Ah, y sería delito olvidar su flexibilidad en cuanto a ingredientes (cebolla, pimientos, guisantes...).

Cuando de tortilla de patatas se trata no me puedo olvidar de lo que alguna vez me ha contado uno de mis cuñados acerca de sus innumerables viajes, más concretamente de una de sus estancias en EEUU. Cuando se ponía manos a la obra para preparar tan típico plato en terreno yanqui, su éxito estaba más que asegurado, por muy hamburgueseros que fuesen sus comensales.

Pero si de familia hablamos al referirnos a la tortilla de patatas, aquí es cita obligada el papel de las madres en su elaboración, porque en mi caso particular, mi madre podría erigirse como la más consumada creadora de tortillas exquisitas, desestructuraciones de Adrià aparte. Y es que no he degustado ninguna mejor, aunque muchas veces las haya probado sorprendentemente casi tan ricas como las suyas.

Y es aquí donde decido seguir tan ilustres precedentes y darle salida a la gran cantidad de patatas y huevos que tenía en casa. Pero para darle un carácter algo más original, seguí la sugerencia de mi mujer, que acertadamente me propuso prepararla al horno, tal como hacen en un concurrido bar de Madrid. Además le aporté un cierto toque personal al usar un poco de vino blanco. He aquí la receta, realizada a cuatro manos con mi esposa.



Ingredientes

  • 6 huevos
  • 8 patatas medianas
  • 2 cebollas medianas
  • 2 pimientos
  • Aceite
  • Sal
  • Leche
  • Levadura
  • Vino blanco

Preparación

  1. Pelar las patatas, lavarlas y cortarlas en dados, sazonándolas al gusto.
  2. Picar las cebollas y los pimientos, pochándolas en la sartén con bastante aceite.
  3. Añadir las patatas cuando las verduras empiecen a ablandarse. Para hacer la receta más ligera, opté por no usar demasiado aceite y añadir un chorro de vino blanco, tapando la sartén para acelerar la cocción. El sabor no es el mismo que si se frieran, pero el resultado es menos calórico.
  4. Mientras se cuecen/fríen las patatas, removiéndolas en la sartén cuando fuese necesario, batir los huevos con un chorrito de leche, un poco de levadura y sal al gusto. Para conseguir una tortilla esponjosa es conveniente levantar lo más posible el huevo, batiéndolo enérgicamente.
  5. Una vez listas las patatas, mezclarlas cuidadosamente con el huevo batido y extender todo en un recipiente para horno. No es necesario engrasarlo previamente, ya que con el aceite de la mezcla no debería adherirse al fondo.
  6. Introducirlo en el horno (previamente precalentado) a unos 150-180º y mantenerlo hasta que la superficie adquiera un color dorado.


Cierto es que no conseguí ensombrecer el sabroso recuerdo de las tortillas maternas, pero he de decir que aquellos que la probaron se mostraron contentos con su sabor.

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